
La educación temprana del cachorro evita muchos problemas de conducta. Mediante el juego y el cariño, podremos ir enseñándole las normas básicas de convivencia, favoreciendo que crezca como un perro tranquilo, sociable, equilibrado y feliz.
La socialización del pequeño con todo tipo de personas y animales, junto con la habituación a diferentes situaciones y estímulos (todo ello de forma controlada y personalizada según sus respuestas), son la clave para conseguir que se vaya adaptando al mundo que le rodea.
Se trabajarán diversos aspectos, entre los que destacan:
- Dejarse manipular y explorar.
- Exposición a diferentes ruidos.
- Control de la mordida.
- Pautas de juego.
- Inicio de órdenes básicas.
También le iremos acostumbrando a sus rutinas diarias:
- Hábitos higiénicos.
- Control de las excreciones.
- Paseos.
- Permanecer solo en casa.
“Para disfrutar en verdad de un perro, no se debe tratar de entrenarlo para que sea semihumano.
El punto es tratar de abrirse uno a la posibilidad de ser más perro.”
(Eduard Hoagland)
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